
El término "peligro inminente" se refiere a una condición, práctica o situación que representa un riesgo inmediato de muerte o lesión grave para los trabajadores. Este tipo de peligro exige acción inmediata por parte de la empresa, ya que tolerarlo puede desencadenar consecuencias fatales.
Algunos ejemplos de peligro inminente incluyen: cables eléctricos expuestos, trabajos en altura sin línea de vida, fugas de gases tóxicos, maquinaria sin resguardos, o estructuras inestables. Estas situaciones no permiten demora: deben ser corregidas en el acto.
Legalmente, cualquier trabajador que detecte un peligro inminente tiene el derecho y deber de suspender la actividad y comunicarlo al supervisor. El empleador, a su vez, debe intervenir de inmediato, corregir el riesgo y documentar la acción tomada.
La prevención de estos peligros comienza con una correcta identificación de riesgos. Esto implica realizar inspecciones regulares, capacitar al personal en detección temprana y establecer protocolos de comunicación rápida ante cualquier anomalía.
Otro elemento clave es el mantenimiento preventivo de equipos, la señalización adecuada y el cumplimiento estricto de procedimientos operativos. Las condiciones inseguras suelen ser evitables si se gestionan con anticipación.
Ignorar un peligro inminente puede tener consecuencias penales. Si se produce un accidente y se comprueba que la empresa tenía conocimiento del riesgo y no actuó, la responsabilidad legal recae directamente sobre el empleador.
La gestión del peligro inminente es una obligación moral y legal. No se trata solo de evitar sanciones, sino de proteger la vida y la integridad de las personas. La vigilancia permanente y la respuesta inmediata son las mejores herramientas para evitar tragedias.
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